Todas las noticias que nos llegan en los últimos tiempos apuntan a una estratégica frenética de las instituciones por quitarse de encima un stock que, según el último balance del Ministerio de Fomento, va ya por alrededor de 800.000 casas vacías. Ante fracasos como el Plan de Vivienda joven, al que un número significativo de beneficiarios ha renunciado por el paro abrumador o, directamente, por la emigración hacia otros países con mayores posibilidades de empleo, el objetivo es ahora el colectivo de inmigrantes.
Hoy nos paramos en la sorprendente ocurrencia incluida en la nueva Ley de Emprendedores, aprobada recientemente por el Consejo de Ministros: Los extranjeros que realicen inversiones inmobiliarias por encima de los 500.000 euros tendrán más fácil la obtención del permiso de residencia. Escudado en el argumento de que dichas personas «están contribuyendo a la riqueza del país” el gobierno considera oportuno «que obtengan la residencia de manera ordenada y disciplinada». Eso sí, en el caso de que se desprenda de su inmueble antes de cinco años, perderá la residencia de ipso facto. Ahí es nada.
La idea, que podría sugerir una actitud solidaria para un grupo social que merece todo nuestro apoyo y atención, no parece otra cosa que poner un precio elevado al derecho de residir en España, alejándose totalmente de los inmigrantes humildes o más desfavorecidos. Y, lo que es más grave, resucita viejos fantasmas en torno a la especulación y la trampa. En nuestro país, por desgracia, de esto sabemos un poco.
Si se trata de incentivar el consumo, de motivar a la compra de la vivienda y, en definitiva, generalizar el disfrute de un derecho constitucional, existen muchas y más respetuosas herramientas para conseguirlo. Pero esto requiere cierto esfuerzo para conocer las capacidades de cada colectivo, comprender sus debilidades y crear mecanismos de ayuda, asequibles y factibles, tanto para los ciudadanos como para los organismos públicos y las empresas privadas.
Pero, sobre todo, requiere creatividad. Creatividad para crear viviendas a medida de cada uno –Parque Familiar o Vivienda joven son inmejorables muestras-, y creatividad para adaptar las condiciones a sus posibilidades reales. Grupo Conapi apuesta por ello y, solo bajo esas premisas, secunda la idea de que incentivar la compra es la cuestión.